jueves, 20 de octubre de 2011

EDUCAR PARA LA LIBERTAD Y LA AUTONOMÍA

                                                                                                                     Ofelia Muñoz  Vargas

Nuestras escuelas educan para la repetición, la memorización, la disciplina, el orden y la obediencia. Tienen que cambiar, tienen que educar en libertad y para la libertad y la autonomía. Creo que en esto la naturaleza animal ha sido más sabia que la humanidad y podemos aprender de ella.

Los pingüinos no son sólo hermosos ejemplares animales, también tienen una particularidad.  Después que mamá pingüino pone el huevo, es papá pingüino quien lo empolla hasta que nace el bebé.  Cuando éste ha nacido ambos padres se encargan de cuidarlo y alimentarlo. Cuando ya está en edad lo llevan al kinder junto con los demás pingüinitos.  Mamá y papá salen a pescar. Cada día llevan el alimento a su pequeño y se lo dan.  Cada vez más lejos del grupo y más cerca del mar. Hasta que un día, tras los padres, el pequeño se echa a la mar y aprende a pescar. Al día siguiente, papá y mamá pingüino lo dejan en libertad. La autoridad de los padres termina con la libertad de los hijos.

La escuela y la familia tienen que reaprender la sabiduría de la naturaleza y aprovecharla en beneficio de sus hijos y alumnos. La escuela y la familia tienen que ser ámbitos de seguridad, de vida y de ejercicio de la libertad. La autoridad está al servicio de la libertad.

Autoridad tiene la misma raíz que auge. Ambas provienen del griego “ugeo”, que significa “hacer crecer”.  Autoridad sería entonces “hacer crecer al otro”.  Sería entonces un poder para hacer crecer a los demás y no tendría porque ser una facultad de uno o unos cuantos. El alumno, el profesor, el padre de familia, el Director pueden ser autoridad en la medida en que ponen todos sus esfuerzos para hacer crecer a otros.

Hace unos años atrás tuvimos en el sexto grado de primaria un alumno muy especial. Era el típico hiperactivo. Su presencia era evidente y hasta molestosa para sus compañeros y profesores. Golpeaba a uno, garabateaba un cuaderno, interrumpía la clase, insultaba, etc., etc. Frecuentemente era sacado del aula y llevado al biohuerto para hacer algo productivo o regar el jardin. Varios alumnos y padres de familia me pidieron que lo expulsara. Había conversado en varias ocasiones con él y su mamá. Cierto día, el psicólogo que lo trataba en primaria lo reconoció y me comentó su caso. Había sido tratado por todos los psicólogos del Centro de Salud. Me dijo lo siguiente: “Profesor, este chico ha sido un excelente alumno de 1º a 4º de primaria. Le invito a visitar su escuela, comprobará que era el primer alumno. Pero cuando estuvo en 4º alguien le dijo que no era hijo de sus padres, que era adoptado. Desde entonces es como usted lo conoce”. Alguien le cambió el programa totalmente.

Hicimos lo posible por tratar, a través del diálogo y sus propias promesas, que cambiara de actitud. Nunca lo castigamos porque en la escuela hemos erradicado la  práctica de castigos. Creemos que si no es posible mejorar la conducta por medio de la persuasión y el diálogo es preferible que otros lo intenten. Nada tuvo resultado, los cambios eran efímeros. Algunos padres insistieron que debía ser retirado del plantel porque perjudicaba y agredía a sus hijos. La situación se agravó cuando agredió a otro compañero golpeando su cabeza contra la pared y ocasionándole una herida. Entonces, hablé con la mamá y le dije que debía llevar a su niño a otra escuela donde pudieran realizar un mejor trabajo que el que nosotros habíamos logrado.

Dos semanas después un par de niñas de su salón me pidieron que le permitiera volver. Dije que no. Al día siguiente vinieron con el Alcalde de su salón (En nuestra escuela no tenemos Policia Escolar sino Municipio Escolar. En cada Aula hay un Consejo de Aula) e insistieron en que habían conversado entre todo su salón y estaban de acuerdo en que su compañero regresara. Esta vez dije que lo pensaría. La mañana siguiente vinieron los tres anteriores acompañados de la Regidora de Derechos del Niño y el encargado de nuestro Municipio Escolar e insistieron en que repusiera a su compañero. Bien, les dije, vamos a conversar con su clase. 

Sus compañeros de aula dijeron que conocían la historia de Luis y que había sufrido mucho y querían que regresara, que se le dé una oportunidad más. Se comprometieron a ayudarlo y a soportarlo. Y así lo hicieron. Gracias a ellos este estudiante terminó su año escolar y pasó de grado.

Ese acontecimiento permitió que estos chicos (10  11 años) se convirtieran en autoridad, que hicieran crecer al director. Crecieron ellos mismos en solidaridad, responsabilidad, compromiso, libertad, autonomía y paciencia; y permitieron crecer al director. Se dieron cuenta del poder que tienen para influir en la toma de decisiones con respecto a las decisiones que afectan la vida de los alumnos..

Si queremos guiar a otros tenemos que estar dispuestos a ser guiados por quienes poseen la sabiduría. La sabiduría no es propiedad privada de profesionales, técnicos, intelectuales o del líder. La sabiduría es la síntesis de saber mirar con el corazón y la razón. El Maestro Líder tiene que hacer el esfuerzo por desarrollarla y si no la posee escuchar a quienes la tienen.

-          ¿De qué manera se favorece -o debe favorecerse- el desarrollo de la autonomía en su C.E.?
-          ¿Qué actividades y/o actitudes limitan el desarrollo de la autonomía en su C.E.?





BIBLIOGRAFÌA:


REVISTA INNOVANDO -DINESST-MED Agosto 2002.

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